martes, 22 de diciembre de 2020

 Materia: Administración de Personal

Curso: 2° 7° 

Anexo Arzeno 

Para consultar dudas o enviar T.P.: 1138697372 o nadiamansilla2005@yahoo.com.ar

TRABAJO PRÁCTICO INTEGRADOR DE ADMINISTRACIÓN DE PERSONAL

 

1) Marcar la opción correcta (es solo una):

a) Las organizaciones con fines de lucro son aquellas que…

- Tienen un fin social

- Tienen un fin económico.

- Ninguna de las respuestas anteriores es correcta.

b) Las horas extras realizadas los domingos se calculan…

- Al 100 %

- Al 50 %

- Al 25 %

c) La división del trabajo vertical se la conoce con el nombre de…

- Organigrama

- Pirámide organizacional

-- Ninguna de las anteriores son correctas.

d) Los objetivos cualitativos se relacionan con…

- La cantidad

- La cualidad

- La calidad

e) Las organizaciones del sector terciario son aquellas que…

- Se dedican a la extracción de recursos naturales.

- Se dedican a vender bienes o servicios.

- Se dedican a la transformación de materia prima en productos terminados.

f) Los factores externos que influyen de forma directa en las actividades de la organización son:

- Los clientes, la Economía del país y la competencia.

- Los factores tecnológicos, la competencia, los clientes  y los proveedores.

- Los clientes, la competencia, los proveedores y el sistema financiero

- Los factores económicos, sociales, tecnológicos y legales.

- Ninguna de las respuestas anteriores es correcta.

 

2) a) Realizar un aviso clasificado anónimo de un supermercado reconocido mundialmente, que necesita contratar una cajera. ¿Por qué lo llamamos “anónimo”?

b) Realizar 5 preguntas que el entrevistador le debería hacer a la candidata a ocupar el puesto detallado en el punto 2 “a”.

3) Verdadero o falso (justificar en caso de que sean falsas):

a) La capacitación del personal solo debe estar a cargo de la empresa.

b) Las organizaciones según la propiedad del capital se clasifican en: privadas, públicas y mixtas.

c) El aviso clasificado estándar es aquel que presenta con claridad los datos solicitados por la empresa con el perfil del empleado, y los beneficios que se le brinda.

d) La entrevista estructurada es aquella en la cual el entrevistador hace preguntas concretas, pero dejando algunas abiertas en las que el entrevistado puede exponer el tema de manera espontánea.

 

4) a) Encontrar las 10 palabras en la sopa de letras vistas este año en la materia, luego explícalas con TUS PALABRAS.

E

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I

A

Y

 

b) Nombrar  palabras relacionadas a cada una de las que encontraste en esta sopa (vistas en la misma clase). Por ejemplo: si encontrás la palabra Organización, podrías nombrar: recursos humanos, financieros, información, objetivos…

5) Pensar en la siguiente organización con fines de lucro: “Supermercado Día” y realizar la siguiente actividad:

a) Realizar una lista de sus competidores.

b) Nombrar los recursos humanos, financieros, materiales e información que utiliza.

c) Establecer 2 objetivos cuantitativos y 2 cualitativos de este supermercado.

d) Realizar su pirámide organizacional (especificando cada uno de sus niveles)

e) Realizar su organigrama (especificando cada una de sus áreas).

f) ¿Qué estrategias utiliza para aumentar sus ventas?

g) Leer el archivo sobre la clasificación de las organizaciones (subido el 27 de abril al grupo de wsp), luego clasificar al supermercado Día de acuerdo a todos los puntos de vista.

Materia: Práctica Contable 

3° 6° Anexo Arzeno

Para enviar el t.p. o consultar dudas:

1138697372 o nadiamansilla2005@yahoo.com.ar


TRABAJO PRÁCTICO INTEGRADOR DE PRÁCTICA CONTABLE

1) El 12/09/20 la empresa “Sunset” (Responsable Inscripto) dedicada a la fabricación y venta de tortas, facturas, alfajores, masitas y varios alimentos dulces más, inicia su actividad comercial con dinero en efectivo $108.000, bienes destinados a la fabricación de mercaderías $82.000, dinero depositado en su cuenta corriente del banco Provincia $60.000, bienes destinados para la venta $75.000, muebles $90.000, 2 autos por $400.000 cada uno, deudas de palabra y sin documentar por haber comprado muebles $50.000, todo forma parte de su capital. Según inventario inicial.

Luego realiza las siguientes compras y ventas con I.V.A.:

2) El 13/09/20 le compra “El hornero” (responsable inscripto) mercaderías por $100.000 + I.V.A., pagando en efectivo la mitad del total, y el resto con un pagaré. S. Fc. Original N° 125.

3) 15/09/20 le vende a Juana Linares (Consumidor final) mercaderías por $78.650 (I.V.A. incluído), cobrando el total con un cheque común del banco Santander Río. S./ Fc. duplicado N° 128.

4) El 16/09/20 la empresa le compra a Estisol (monotributista) mercaderías por $72.600 (I.V.A. incluído), la mitad del total lo adeuda en cuenta corriente, de palabra y sin documentar, el resto paga con pagaré S./ Fc. Original N° 131.

5) El 19/09/20 vende mercaderías a El trébol (Responsable inscripto) por……………..+ I.V.A., y el total se lo pagaron en efectivo. S./ Fc. Duplicado N° 006.

Para saber el valor de ventas y del I.V.A., deberás realizar la factura “A” de acuerdo a los siguientes datos:

El 19/09/2020 la empresa Sunset confecciona una factura “A” a la empresa “El trébol”, I.V.A. Responsable inscripto, con domicilio en José Garibaldi 354-Lomas de Zamora, C.U.I.T. N° 30-27344652-7, Remito N° 0001-00000003. La venta realizada fue la siguiente: 30 alfajores a $60 cada uno, 20 velas con número a $20 cada una, 15 pastafrolas a $150 cada una, 5 tortas a $700 cada una, 4 docenas de facturas ($210 cada docena).  La empresa Sunset NO  realizó ningún descuento, debido a que la venta se realizó al contado. El duplicado se lo quedó el vendedor (marcar con una “x”). Fecha de impresión: 18/09/20.

6) El 20/09/20 vende mercaderías a “Los 7 hermanos” (Responsable inscripto) por 43.000 + I.V.A., la mitad del total se lo adeudan en cuenta corriente, de palabra y sin documentar, el resto lo cobra con un cheque común del banco “El universo”. S./ Fc. Duplicado N° 138.

Realizar el cheque común:

CHEQUE DE LA ABUNDANCIA: Como hacerlo correctamente octubre 2020

 

7) El 21/09/20 compra bienes destinados a la fabricación de mercaderías por $26.015 (I.V.A. incluido) a la empresa “El gorrión” (monotributista), pagando la mitad con un cheque de pago diferido del banco Comafi (podrá ser cobrado a partir del 2/11/2020), y el resto con tarjeta de crédito Visa. S./ Fc. Original 141.

Realizar el cheque de pago diferido:

Blog Tecnocontables | Tecnocontables | Página 4

 

8) El 22/09/20 vende un auto que ya no utiliza a Mauro Gutiérrez  (consumidor final) por $145.200 (I.V.A. incluido), cobrando con un cheque común del banco Francés. S./ Fc. Duplicado N° 144.

9) El 24/09/20 vende un escritorio  que ya no utiliza a Luciana Sosa (consumidor final) por $10.164 (I.V.A. incluido), cobrando con un cheque de pago diferido la mitad, y el resto con un pagaré.. S./ Fc. Duplicado N° 147.

Completar el pagaré con los siguientes datos:

Fecha de vencimiento: 30/12/20

Lugar y fecha: Lomas de Zamora 24/09/20

Beneficiario: Sunset

Importe:……………………(calcularlo)

Firmante: Luciana Sosa

Lugar de pago: Gorriti 986 Lomas de Zamora

Teléfono: 4236-4343

10) El 25/09/20 compra una pc a $39.000 + I.V.A. a la empresa Garbarino (R.I.), adeuda el total de palabra, en cuenta corriente y sin documentar. S./ Fc. Original 152.

11) 27/09/20 vende a Laura Lugones (consumidor final) una notebook que ya no utiliza 13.915 (I.V.A. Incluído), adeuda el total de palabra, en cuenta corriente y sin documentar. S./ Fc. Duplicado N° 160.

Realizar la factura “B” teniendo en cuenta la consigna del punto N° 11 y  los siguientes datos: dirección de Laura: Alberti 1455- Burzaco. CUIT no tiene, tiene CUIL. Remito N° N° 0001-00000005

Resultado de imagen de factura b

12) El 28/09/20 compra dos aires acondicionados a $38.200 cada uno + I.V.A. a la empresa Frávega (R.I.), pagando el total en efectivo. S./ Fc. Original 164.

13) El 29/09/20 le compra a “El hornero” (responsable inscripto) bienes destinados para la venta por $16.200 + I.V.A., adeuda el total de palabra, en cuenta corriente, y sin documentar. S. Fc. Original N° 168.

14) 30/9/20 Determinar la posición mensual de I.V.A y realizar el asiento contable correspondiente. S./Declaración Jurada.

Aparte enviaré la factura “A” y el pagaré.

 

Leng y lit 2do 3ra y 2do 5ta

 Continuidad Pedagógica Literatura 2do 3ra y 2do 5ta CENS 451 

 CONTINUIDAD PEDAGÓGICA 2do 3ra Y 2do 5ta Prof. Lützelschwab 

 Temas: repaso contenidos de 1er año 1) - Circuito de la comunicación (elementos y competencias) Lectos y Registros 2)- Todas las clases de palabras vistas. Realizar un cuadro con palabras (10 de cada clase) extraídas de la Leyenda de Bécquer : El monte de las ánimas 3)- Verbos. Definición. 4)- - Componentes de la narración: Tipos de narrador- trama, secuencia narrativa- marco- personajes. 5)- Formación de palabras. Derivación y composición. Prefijos y sufijos. 6)- Qué es :Connotar y denotar. 7)- Ortografía: Ción/ sión (Regla de la s y c). Homófonos vistos-Homógrafos (definición y ejemplos). Tildación de monosílabos y regla general de tildación de monosílabos- Tildación de palabras agudas, graves, esdrújulas y sobreesdrújulas. 8)- Literatura Tipos de cuentos. Definición y características (Policial- realista- maravilloso y fantástico). Cuestionario de teatro. Mito y leyenda 9)- 

LECTURA : El monte de las ánimas de Gustavo A. Bécquer El monte de las ánimas La Noche de Difuntos, me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas. Su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. Intenté dormir de nuevo. ¡Imposible! Una vez aguijoneada la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarlo de la rienda. Por pasar el rato, me decidí a escribirla, como en efecto lo hice. A las doce de la mañana, después de almorzar bien, y con un cigarro en la boca, no le hará mucho efecto a los lectores de El Contemporáneo. Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire de la noche. Sea de ello lo que quiera, allá va, como el caballo de copas. -Atad los perros, haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Animas. -¡Tan pronto! -A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras, pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte. -¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme? -No, hermosa prima. Tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia. Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos. Los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían a la comitiva a bastante distancia. Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:- -Ese monte que hoy llaman de las Animas pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla, que así hubieran solos sabido defenderla corno solos la conquistaron. Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres. Los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos. Cundió la voz del reto, y nada fue a parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras. Antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería. Fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres. Los lobos, a quienes se quiso exterminar, tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte, y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse. Desde entonces dicen que cuando llega la noche de Difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos. Y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria lo llamamos el Monte de las Animas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche. La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporársele los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria. Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor, iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón. Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso. Beatriz seguía con los ojos, y absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz. Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio. Las dueñas referían, a propósito de la noche de Difuntos, cuentos temerosos, en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste. -Hermosa prima exclamó, al fin, Alonso, rompiendo el largo silencio en que se encontraban, Pronto vamos a separarnos, tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales, sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío. Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia: todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios. -Tal vez por la pompa de la Corte francesa, donde hasta aquí has vivido se apresuró a añadir el joven. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres? -No sé en el tuyo contestó la hermosa, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo..., que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías. El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven que, después de serenarse, dijo con tristeza: -Lo sé, prima; pero hoy se celebran Todos los Santos y el tuyo entre todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío? Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra. Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volvióse a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos, y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste y monótono doblar de las campanas. Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a reanudarse de este modo: -Y antes que concluya el día de Todos los Santos en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él, clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico: -¿Por qué no? -exclamó ésta, llevándose la mano al hombro derecho, como para buscar alguna cosa entre los pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro, y después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió: -¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma? -Si. -¡Pues... se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo. -¡Se ha perdido! ¿Y dónde? -preguntó Alonso, incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza. -No sé... En el monte acaso. -¡En el Monte de las Animas! -murmuró, palideciendo y dejándose caer sobre el sitial. ¡En el Monte de las Animas! -luego prosiguió, con voz entrecortada y sorda-: Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces. En la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendientes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor hereditario de mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres, y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir el peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche..., ¿a qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡Las ánimas!, cuya sola vista puede helar de terror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarlo en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde. Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que, cuando hubo concluido, exclamó en un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores. -¡Oh! Eso, de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de Difuntos y cuajado el camino de lobos! Al decir esta última frase la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía; movido como por un resorte se puso en pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar, entreteniéndose en revolver el fuego: -Adiós, Beatriz, adiós, Hasta pronto. -¡Alonso, Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerlo, el joven había desaparecido. A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último. Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón, y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos. Había asado una hora, dos, tres; la medianoche estaba a punto de sonar, cuando Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, y, a querer, en menos de una hora pudiera haberlo hecho. -¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven, cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la Iglesia consagra en el día de Difuntos a los que ya no existen. Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso. Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de las campanas, lentas, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído, a par de ellas, pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana. -Será el viento -dijo-, y poniéndose la mano sobre su corazón procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia, las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes con chirrido agudo, prolongado y estridente. Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden; éstas con un ruido sordo y grave, y aquellas con un lamento largo y crispador. Después, un silencio; un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la medianoche; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas, que casi se siente, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota, no obstante, en la oscuridad. Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar; nada, silencio. Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas las direcciones, y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada; oscuridad de las sombras impenetrables. -¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho. ¿Soy yo tan miedosa como esas pobres gentes cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura al oír una conseja de aparecidos? Y cerrando los ojos, intentó dormir...: pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse, más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y rebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento. El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas de aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, y otras distantes, doblaban tristemente por las ánimas de los difuntos. Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin, despuntó la aurora. Vuelta de su temor entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, tendió una mirada serena a su alrededor, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto, sangrienta y desgarrada, la banda azul que fue a buscar Alonso. Cuando sus servidores llegaron, despavoridos, a notificarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que por la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Animas, la encontraron inmóvil; asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca, blancos los labios, rígidos los miembros, muerta, ¡muerta de horror! Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de Difuntos sin poder salir del Monte de las Animas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas terribles. Entre otras, se asegura que vio a los esqueletos de los antiguos Templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa y pálida y desmelenada que, con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso

Lengua y luteratura 2do 3ra y 2do 5ta Casa Tomada (1 tp)

 CENS 451 ENGUA Y LITERATURA 2do 3ra y 2do 5ta 

 PROF.: Marcela Lützelschwab 

 Actividades y plan de contingencia de literatura para 2do año

 Trabajo de recuperación de contenidos para 2 año Prof. Marcela Lützelschwab

 CUESTIONARIO SOBRE EL CUENTO Casa tomada 

 1.- Argumento del cuento. 

 2.-El cuento se titula Casa tomada. ¿Qué crees que significa “tomar una casa”? ¿Qué significa el título y qué relación tiene con el argumento? 3.- ¿Quién toma la casa? Descríbelo con detalle. ¿Es un cuento fantástico, terrorífico? Explícalo. 4.- ¿Quién cuenta la historia? ¿Desde qué punto de vista se cuenta? ¿Sabemos su nombre? ¿Desde qué tiempo se cuenta la historia? ¿Hay un sentimiento de nostalgia, de pérdida? Explícalo. 5.- ¿Quiénes son los habitantes de la casa? Descríbelos. ¿Cómo es su relación? ¿A qué se dedican?¿Son ricos y pudientes? ¿Qué hace Irene cuando termina de hacer las tareas de la casa? ¿A qué personaje literario clásico recuerda? ¿Qué puede simbolizar ese tejer constante? ¿Qué afición tiene el narrador-protagonista? ¿De qué se queja? 6.- ¿Se podría calificar la relación de los hermanos como incestuosa? Interpreta que se quiere decir con lo de matrimonio de hermanos. ¿Hay algún posible indicio más de esa posible relación incestuosa? 7.- ¿Es la casa un personaje más del cuento? ¿Se la personifica en algún momento? Explica qué relación mantienen los hermanos con la casa, qué es para ellos la casa y cómo influye en sus vidas. ¿En líneas generales qué valor simbólico tiene la casa? ¿Qué relación mantienen los habitantes de la casa con el exterior. ¿En líneas generales qué valor simbólico tiene el exterior? Ten en cuenta el binomio interior-exterior / seguridad – peligro. ¿Los hermanos salen alguna vez de la casa?¿Muestran interés por lo que sucede fuera? 8.- Dibuja un plano de la casa que describe el narrador-protagonista. 9.- Explica el fenómeno extraño que altera la vida rutinaria de los habitantes de la casa. ¿La invasión procede de fuera o de dentro? ¿Es una paradoja? ¿Quién o qué invade, toma la casa? Explícalo. ¿Qué persona gramatical emplea para nombrarlo? ¿Cómo se sienten los protagonistas cuando se oyen que los ruidos se acercan? 10.- ¿Después del extraño suceso sus hábitos diarios han cambiado radicalmente o se han adaptado a la nueva situación con pequeños cambios? Explícalo. ¿Qué hacían antes y qué hacen después? La nueva situación les produce sentimientos opuestos. ¿Qué razones tienen para estar tristes? ¿Y para estar contentos? 11.- Define la actitud de los habitantes ante la invasión de la casa: resignación, rebeldía, conformismo, angustia, aceptación, pasividad, indignación, indiferencia, … ¿Por qué el narrador- protagonista y su hermana Irene no se defienden? 12.- Analiza el valor simbólico de las expresiones el otro lado de la casa, la parte más retirada, la otra parte. 13.- El narrador afirma que se puede vivir sin pensar. Explica en qué no quiere pensar. 14.- ¿Por qué el narrador-protagonista tira la llave a la alcantarilla? ¿Qué cosas han dejado en la casa? ¿Qué crees que van a hacer los dos hermanos? ¿Dónde van a ir? ¿Es un final abierto? 15.- Al final los protagonistas están fuera de su propia casa y sin posibilidad de volver; pero ¿qué o quién es el responsable de su expulsión? Julio Cortázar no lo dice. El cuento ha recibido muchas interpretaciones: alegoría del peronismo y la situación de Argentina, un cuento fantástico al estilo de La caída de la Usher de Edgar Allan Poe, una recreación del pasaje bíblico de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, … El propio Julio Cortázar explica el significado del cuento y su origen en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=JQnbNRocZTY Resume su explicación. 16.- Echa un vistazo a la siguiente adaptación cinematográfica del cuento http://www.youtube.com/watch?v=7WCkhLhR2xk 17.- Así que todo depende de la interpretación personal que hagamos del cuento. En tu opinión, ¿qué o quién ha ocupado la casa? Bibliografía: Casa tomada de Julio Cortázar CASA TOMADA en Bestiario Colección: Cortázar: 100 años Fotografía: © Sara Facio © Julio Cortázar, 1951 y herederos de Julio Cortázar Esta licencia ha sido concedida gratuitamente por los herederos del autor. Bestiario es un libro publicado por Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. de Ediciones y sus derechos están protegidos por la ley. Av. Leandro N. Alem 720, (1001) Ciudad de Buenos Aires www.alfaguara.com.ar República Argentina, mayo de 2014 Cartografía Cortázar Cortáz mo obs vetam doexCortáz y p libco tan pa   Cortáz má unall “G línpadeCortáz vis ciópaencotos Casa tomada Julio Cortázar Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y an- tigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia. Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la ma- ñana, levantándonos a la siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina. Almorzábamos a mediodía, siempre pun- tuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia. A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther an- 1 tes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesa- ria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos justicieramente antes de que fuese demasiado tarde. Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tan- to, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanitas y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento por- que algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas. Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar va- namente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina. Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer 2 un libro, pero cuando un pulóver está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina, apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pen- saba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso. Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasi- llo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un za- guán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la 3 puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciu- dad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y los pianos. Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuel- ta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía des- de aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apo- 4 yando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad. Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene: –Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo. Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados. –¿Estás seguro? Asentí. –Entonces –dijo recogiendo las agujas– tendremos que vivir en este lado. Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tar- dó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco. Los primeros días nos pareció penoso porque ambos ha- bíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que que- ríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, esta- ban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una bo- tella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza. –No está aquí. Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa. 5 Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se sim- plificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pen- samos bien, y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de no- che. Nos alegramos porque siempre resulta molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre. Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los li- bros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía: –Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol? Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el mérito de algún se- llo de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar. (Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la gar- 6 ganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respi- rar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios. Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agu- jas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filaté- lico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasia- do ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrum- pan en ella. Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta voz, me desvelaba enseguida). Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir 7 palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde em- pezaba el codo casi al lado nuestro. No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuerte pero siempre sordos, a espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada. –Han tomado esta parte –dijo Irene. El tejido le col- gaba de las manos y las hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían que- dado del otro lado, soltó el tejido sin mirarlo. –¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? –le pregunté inútilmente. –No, nada. Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya era tarde ahora. Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada. 8 Cartografía Cortázar Entre nosotros y en estos años lo que cuenta no es ser un escritor latinoamericano sino ser, por sobre todo, un latinoamericano escritor. Julio Cortázar, “Clases de literatura” Cortázar lúdico: Muchos de sus textos invitan al juego. La novela Rayuela es el caso más emblemático: desde la página inicial el autor ofrece la posibilidad de seguir una lectura lineal u otra que se bifurca en un recorrido a los saltos. También allí se presenta el glíglico, lenguaje e invención del amor. “Final del juego”, “Graffiti” y “Continuidad de los parques” son otros textos que proponen esta línea en complicidad con el lector, ya sea desde la trama, la materialidad de la palabra, la construcción de personajes. Se trata de jugar sin solemnidad pero de la manera más seria posible. Cortázar político: En una de sus clases, Cortázar se refiere al impacto que su primera visita a Cuba (1962) produjo en su concepción política del mundo. La interven- ción en Nicaragua y su colaboración con la defensa de los derechos humanos, en particular denunciando los crímenes de la dictadura en la Argentina, lo ubican en un alto nivel de compromiso. Este posicionamiento puede rastrearse en textos como Reunión y El libro de Manuel, sobre el que cedió derechos para solventar gas- tos de defensa de los presos políticos argentinos. Cortázar poético: Lo poético desborda su prosa. Alto el Perú, Los autonautas de la cos- mopista, Salvo el crepúsculo, Último round se apoyan en el ritmo poético. Prosa del observatorio suma la fotografía y construye una visión poderosa que va más allá del verso. Rayuela en su conocidísimo capítulo 7 sintetiza esta propuesta. La música también, fundamentalmente el jazz, conduce muchos textos como “El persegui- dor”, Pameos y Meopas y nuevamente Rayuela. En todos ellos se cuela una mirada extrañada del mundo que no se atiene a estructuras sino que las reinventa. Cortázar cronista de su tiempo: Él nos ubica en un rol de lectoras y lectores activos y presentes. Las referencias a las noticias, a los lugares, a los conflictos, a la libertad de prensa son constantes en su prosa, que da cuenta de un hombre comprometido con su tiempo, atento observador de la realidad. Así, Nicaragua tan violentamente dulce y La vuelta al día en ochenta mundos son testimonios vitales para la sociedad actual.